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domingo, 15 de marzo de 2009

Almansa que bonita eres


Durante el viaje a Valencia pensamos que podía ser buena idea hacer una parada en Almansa, ciudad conocida por su castillo imponente. Pero la visita escondía algunas sorpresas.
La entrada a la fortificación se realizaba atravesando una casa anexa, era una visita sin guia. No parecía mal la cosa, pero las rachas de viento de esos días eran muy fuertes; algunos parques cerraron sus puertas para evitar accidentes por caídas de ramas. La cuenta, subir alturas y con el vendabal que te hacía perder el equilibrio, sobre todo con mi vértigo. El recorrido no contaba con protecciones, ni barandillas, personas mayores y locos suicidas abstenerse, o no.
La útima parte de la subida la hice de rodillas, del cague que llevaba. No pasaba tanto miedo desde que subí las escaleras de metal aireado de la torre Eiffel, lo de la noria de la semana negra no fue pa tanto al final.

Al llegar arriba había una especie de aposento desde dónde se divisaba toda la comarca, juju que lindeza,pero a mi me temblaban las piernas y no podía más que pensar en la hora de abandonar aquel precioso castillo. Mira me dice Carmen, parece que por el otro lado hay una salida. Bajé las escaleras y a toda velocidad busqué la tierra firme, pero DIOSSSSS, había que dar la vuelta por el mismo camino, no había escapatoria, vaya putada. Volví a la estancia a toda ostia y busque el momento oportuno en que amainara un poco, y salir de allí pitando.

La verdad que Almansa no se me olvidará en la vida.

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